Las Acciones Más Pequeñas – Nuestra Parte en la Lucha por el Medio Ambiente

Por Joey Utomo

Nuestro mundo está cambiando. No importa lo que sientes hacia la naturaleza, tu posición política, o algo así—la verdad es que en muchas partes del mundo, la tierra está siendo explotada por los humanos. En cada caso, los motivos para la explotación pueden ser diferentes, pero todos tienen algo en común: alguien quiere beneficiarse de los recursos naturales sin importar el costo, y todos sufren las consecuencias, ya sea ahora o en el futuro. 

Hay numerosos ejemplos que podríamos citar viendo solo en Colombia. Colombia, un país bien conocido por su naturaleza increíble, está enfrentando, actualmente, múltiples crisis del medio ambiente. Por ejemplo, podemos hablar de la destrucción de los habitates de miles de animales por la minería de carbón. Podemos ver cómo las compañías de petróleo están contaminando los ríos en el territorio indígena—donde no deben estar en el primer lugar—dañando el ecosistema y lastimando la fauna silvestre  (El Espectador). Pero para los propósitos de este ensayo, nos enfocaremos en la deforestación, que es discutiblemente la amenaza más grande al medio ambiente en Colombia hoy. En 2020 solo, es estimado que la selva amazónica perdió cerca de 2.3 millones de hectáreas, igual a 5.7 millones de acres (Semana) . ¡En solo un año! Esta espantosa cifra se puede atribuir a varias fuentes (incluyendo los negocios de minería y petróleo), como la tala ilegal, la agricultura comercial, la cría de ganado, y a grupos armados sobrante de la guerra civil que está fomentando el crecimiento de coca, el ingrediente principal de la cocaína (Selibas). 

Cuando leemos eso, es muy fácil sentirse indefenso. ¿Que posiblemente podría hacer una persona sola cuando enfrentada a docenas de organizaciones poderosas, incluso la red criminal de drogas? Para contestar esta pregunta válida, miremos hacia los que viven en Colombia, quienes conocen verdaderamente su tierra, y más importante, respetan su tierra.

 

En el suroccidental de Colombia, alto en las estribaciones de la cordillera de los andes, vive el pueblo Misak. Son residentes y protectores del resguardo de Guambia, en la provincia de Cauca. Han vivido allí por siglos, viviendo de la tierra, honrando la naturaleza como su protectora así como su proveedora. La madre tierra tiene un lugar sagrado en la cultura Misak. Creen que los seres humanos son de la tierra y sostenidos por la tierra, y cuando un miembro del pueblo fallece, ellos mantienen ceremonias celebrando su regreso a la tierra de donde vino (“Danza Colombia”). Es claro que este pueblo está atado con la tierra más que solo de manera de una transacción. Hay un respeto por la naturaleza, como si fuera parte de la comunidad Misak, y también hay el conocimiento que mientras la tierra alimenta a los humanos, hay un límite en la cantidad de recursos que podemos aprovechar. Para ellos, y como para muchos otros pueblos indígenas, la tierra está viva; tiene espíritu. 

Sabiendo eso, no es difícil imaginar la tristeza que sienten esos pueblos hacia la destrucción del paisaje en Colombia. También, es lógico que los que valoran la tierra harían todo lo posible para protegerla, sin importar que necesitan hacer. Pero con el pueblo Misak, es interesante lo que están haciendo.

El pueblo Misak no está luchando por su territorio—más bien, su cultura y manera de vivir—con la fuerza. No está tomando las armas contra las compañías o las fuerzas revolucionarios. Tampoco está yendo a las ciudades y exigiendo protección o reparaciones. El pueblo sabe que no son suficientes grandes para formar un ejército, y no tienen la influencia política para ganar sobre los intereses de los gigantes corporativos. En lugar, lo que están realizando es bastante más sencillo que eso. Sus métodos son mucho más tranquilos de lo que uno esperaría.

El pueblo pequeño sabe que el cambio no necesita venir de victorias de gran escala, pero puede nacer de las acciones más pequeñas. Esta verdad es reflejada en cómo tratan de preservar su cultura. Por ejemplo, el pueblo formó la Asociación Jardín Botánico las Delicias, que es una asociación dedicada a educar a los niños las prácticas tradicionales de la agricultura, y maneras de cultivar alimentos que dan a la tierra tanto como reciben. Esta organización también crea obras de teatro con los niños del pueblo donde se visten como animales y plantas en peligro de los seres humanos (DW). El mensaje es claro: hay tanta belleza en la naturaleza que podemos perder si no tenemos cuidado de nuestro tratamiento del paisaje. Además en años recientes el pueblo ha hecho esfuerzos para eliminar cultivos de coca en su área, aun a veces arriesgando su seguridad cuando los revolucionarios se vuelven violentos (Calle). Estas acciones no son grandiosas, pero el gobierno se ha dado cuenta de los esfuerzos del pueblo Misak y está empezando a apoyarlos. Y a través de la educación, el pueblo está creando conciencia en el Cauca sobre la agricultura sostenible que es sano para el paisaje.

Hay una lección valiosa que podemos tomar de su ejemplo. Recientemente leímos Crónica de una Muerte Anunciada, una novela escrita por Gabriel García Márquez relatando la historia de una muerte trágica que podría haber sido evitada fácilmente si alguien en el pueblo hubiera contado a alguien, o hubiera encontrado y avisado a la víctima, o hubiera hecho algo. Pero nadie (o cerca a nadie) hizo nada, y ese descuido de la responsabilidad resultó en una muerte muy innecesaria. En este cuento así como en la vida real, podemos ver el peligro de pensar, “alguien más lo hará.” Esta manera de pensar no es solo “no beneficioso” para el medio ambiente, es perjudicial, porque los que no tienen problema de tomar ventaja de la tierra van a seguir haciéndolo sin oposición. Necesitamos seguir el ejemplo del pueblo Misak. Ellos no están esperando a los otros cien grupos indígenas de Colombia para luchar por el medio ambiente; ellos están tomando sus propias medidas para realizar lo que puedan con lo que tienen. Sus acciones pueden parecer pequeñas o aún insignificantes, pero esta es la manera como el pueblo Misak toma responsabilidad y hace su parte en la lucha. Esta es una lección importante que ellos nos enseñan, que todos pueden hacer algo. Todos nosotros podemos estar de acuerdo que los seres humanos tienen una responsabilidad colectiva de preservar a la tierra, pero lo que necesitamos entender es que esa responsabilidad colectiva es compuesta de todos nuestras responsabilidades individuales. No tenemos que cambiar el mundo solos, solo necesitamos hacer nuestra parte.

Esta es una perspectiva crítica, porque no todos tienen el dinero o los recursos para apoyar a organizaciones que luchan por el cambio. No todos tienen el tiempo o la confianza para participar en protestas o solicitar al gobierno. Pero eso no significa que no podemos actuar por el cambio. Como el pueblo Misak, podemos encontrar áreas en nuestras vidas donde podemos empezar el cambio. Los padres pueden enseñar a sus hijos a respetar la naturaleza. Podemos construir hábitos para conservar el agua y reciclar. Hay tantas maneras de estar involucrado. No necesitamos estar abrumados por los gigantes en nuestro camino. Como aprendemos del pueblo Misak, los pasos más pequeños eventualmente van a la distancia; las acciones más pequeñas empiezan los movimientos más grandes.

 

Fuentes:

Calle, María Clara. “Colombia: decenas de indígenas fueron baleados cuando erradicaban cultivos de coca en el Cauca.” MongaBay, 27 de abril 2021, https://es.mongabay.com/2021/04/colombia-decenas-de-indigenas-fueron-baleados-en-el-cauca/.

“Colombia: Young, indigenous people fight to preserve their culture.” DW. com, 24 de agosto 2020, https://www.dw.com/en/colombia-young-indigenous-people-fight-to-preserve-their-culture/a-52899018.

“Danza Colombia: Trayecto Indígena – Misak (capítulo completo).” YouTube, subido por Señal Colombia, 3 de agosto 2015, https://www.youtube.com/watch?v=oMju06LnM6k&t=1029s.

“Indígenas de la Amazonía no quieren más proyectos petroleros.” El Espectador, 14 de abril 2021, https://www.elespectador.com/ambiente/indigenas-de-la-amazonia-no-quieren-mas-proyectos-petroleros-article/.

“La Amazonia perdió cerca de 2,3 millones de hectáreas en 2020.” Semana, 14 de abril 2021, https://www.semana.com/sostenibilidad/articulo/la-amazonia-perdio-cerca-de-23-millones-de-hectareas-en-2020/202152/.

Selibas, Dimitri. “Double blow to Colombian Amazon and Indigenous groups from armed militants, Covid-19.” Mongabay, 31 de julio 2020, https://news.mongabay.com/2020/07/double-blow-to-colombian-amazon-and-indigenous-groups-from-armed-militants-covid-19/.